“La soprano Ermonela Jaho es trascendente en todos sus roles, emociona, desgarra el corazón”
A lo largo del siglo XX, ha habido grandes voces de soprano, y también en nuestros días, en el siglo XXI. Como en el resto de los registros, las mejores sopranos se caracterizan, claro es, por tener una gran técnica y una gran preparación, bien sean ligeras, líricas o dramáticas. Los críticos coinciden en quiénes han sido y quiénes son hoy las mejores. Sin embargo, algunas voces reúnen algo más que técnica, algo más que perfección.
Dicho desde mi modesta posición de aficionado, Kirsten Flagstad (Wagner), Maria Callas, Elisabeth Schwarzkopf (Mozart), Victoria de los Ángeles (quizá un poco olvidada), Montserrat Caballé (pianos no superados), Renée Fleming (Strauss)… serían ejemplos de artistas que a la técnica le añaden sensibilidad, pasión y adaptación a las características de cada rol específico.
En la escena del delirio de Suor Angelica se recoge el aria ‘Senza mamma’, que, interpretada por Ermonela Jaho, alcanza unos niveles que sí, podrían estar, en ese rol, a la altura de la interpretación de Maria Callas. ¿Qué puedo decir que no hayan dicho los críticos acerca de la interpretación de Ermonella y no hayan manifestado los aplausos del público? Nada… o algo: si el cielo existe, Ermonela nos señala dónde está; ‘in ciel potrò vederti’. Nos lo señala con su voz lírica tan pucciniana, con sus pianos, con su adaptación al rol verista de Suor Angelica, y con su manera trascendental de cantar: porque Ermonela es trascendente en todos sus roles, va más allá, emociona, desgarra el corazón.